Recuerdo
cuando era pequeña y llegaban esas fechas especiales en las que los pequeños
son los protagonistas y se les cubre de regalos (navidades, cumpleaños...)
Recuerdo que
mis padres se desvivían por darme lo que ellos no tuvieron, y al verme rodeada
de mis nuevos juguetes mi padre recordaba sus humildes regalos, como unos
lápices de colores y se asombraba de como habían cambiado los tiempos.
Siempre
decían suspirando aquello de:
-Es que
tienen demasiado.
La vida
sigue y los tiempos continúan cambiando.
Hoy soy yo
la que alucino con el nivel de los regalos de los niños y comprendo las
palabras de mi padre.
Si bien es
cierto que el estado de bienestar nos permite disfrutar de muchas más cosas,
también nos ha quitado algo tan humano como la capacidad de la ilusión.
Yo tengo una
teoría: las cosas que se consiguen con esfuerzo se disfrutan más, porque las
luchas y las esperas durante tanto tiempo, que, al conseguirlas las exprimes al
máximo. No solo sabes cuánto cuesta ganarlo, sino que puedes sentirte orgulloso
de haberlo conseguido.
Creo que es
un gran valor que debemos transmitir entre generaciones, porque si dejamos que
los niños ignoren el valor de las cosas y del esfuerzo, creamos pequeños
monstruitos caprichosos que se frustran ante la menor dificultad.
Obviamente
el caso del que os hablo hoy no deja de ser extremo, pero me ha hecho
reflexionar:
Se trata de
la historia de un niño saudí de cuatro años que ha matado a su padre por no
comprarle la PlayStation que le había pedido, según informó hace unos días el
diario estatal Al Sharq.
El periódico, que cita al portavoz de la Policía, explicó que el menor, al
darse cuenta de que su padre no le había traído la consola, tomó la pistola de
su progenitor y le disparó.
El niño aprovechó el momento en que su padre dejó el arma sobre una mesa para
ir a cambiarse de ropa.
¡Jope con el
niño, como para castigarle sin postre!
Insisto, es
un caso extremo y aislado, pero ¿hasta qué punto nos estamos volviendo esclavos
del consumo? ¿No es cierto que no imaginamos nuestras vidas sin móviles de
última generación o las botas de moda? Nos hemos vuelto incapaces de aceptar un
NO, cuando sencillamente no se puede tener todo?
Pues parece
ser que cada día más, os cuento otro caso de un jovencito, (en este caso
adolescente de 17 años), que incapaz de contener su inmediato afán consumista
ha elegido una solución bastante absurda:
El chico en cuestión vendió en abril un riñón
para comprar un iPad y un iPhone. Sólo tuvo que ir a Internet y poner un
anuncio.
Espero que no tenga caprichos de este calibre con
demasiada frecuencia, porque si no, ¡este pobre chico no cumple los 30!
En cualquier caso, está claro que cada día estamos más
enganchados a nuestros bienes materiales y andamos un poco despistados incluso
descuidando cosas más importantes.
Y vosotros, que opináis?